Poemas y relatos del, por, para … el tejo

escritos, relatos, refranes, cuentos, poemas …

poema de J. Delaviñ

Míralo bien

Pedro Trapiello, en el Diario de León:

El pasmo vegetal de estos montes y de la Europa toda se llama tejo, el abuelísimo de todos los árboles. Hasta cuatro mil años llega a vivir esa catedral enramada si se lo permite el hacha o el fuego; de todo lo demás ya se defiende él a las mil maravillas: al sol le reta, del hielo se mofa, el tiempo ignora y no quiere ver demasiado cerca a sus hijos, así que le pone trampa a su semilla, que sólo puede germinar si ácidos gástricos le corroen el blindaje, es decir, que necesariamente ha de comérserla algún bicho o pájaro para perder la camisa en sus tripas y así cagarla bien lejos, que no siempre, pues también hace bosquete, tejedo, teixido, teijeira; si dejara que las semillas le nacieran justo al lado, los hijos le comerían por las patas, como les comen los ojos a los que crían cuervos. Sólo el tejo solitario aspira a cumplir milenios. Listo el tío. Y se tira al monte y a lo abrupto o le ponen de plantón a velar atrios y cementerios donde, por estar a sus anchas, también suele medrar arbolando el moño, pinando la figura o, a falta de laurel, perdiendo cuerpo en los ramoneos benditos del día de Ramos.

Lo que más me fascina del tejo es que, al cumplir algunos siglos, amorcilla y retuerce los pliegues de su tronco hasta parecer una gavilla de boas. Qué dibujos. Qué arbol. Y qué madera veteada (cocida en cal, pasa por ébano).

Debería estar muy penado que los talen, los quemen o los pisoteen porque el puto tendido tenía que pasar por allí. Los poquísimos que quedan son los últimos de estas filipinas perdidas. Ahora les urbanizan poniéndoles a desfilar como setos pirulones o les dan rincón en un chalet, como al mastín, que es gente tan de montaña como ese tejo original que sólo resiste encastillado en puertos, brañas o peñas calvas donde sólo el rayo pueda alcanzarle, pues de lo demás poco se fía (como para fiarse; todos los tejos que hubo a mano en las montañas leonesas se fueron talando desde hace siglos para quemarlos en fraguas y cocinas porque su brasa era antracita… o para agenciarse vigas, mangos, cruces o chavetas… pobre tejo).

Y ahora que ya te presenté a mi amigo, mañana te presento aquí a otro que nos llevará a verlos de verdad.

 

a un tejo del Estena

Amarillas las hojas,
relámpagos húmedos,
dura suavidad,
No hay prisa.

Muy quedo nos mira,
desde su atalaya,
el tronco retorcido,
agradece la visita,
su gran voz muda,
nos invita a pasar,
a estas soledades,
de cuarcitas y agua.

Antonio F. Morcuende

aun tejo d

algunos poemas de Antonio F. Morcuende

El viejo tejo empapado
Se sacude al viento
Como un gran jabalí obscuro.

El viejo, obscuro y sombrío tejo
Siempre brilla en tus ojos.

En el reino de la bruma,
De las nieblas,
Y las sombras,
Yergue tortuoso porte,
Cual fantasma vegetal,
Aquel que no deja
Indiferente a ningún mortal
Dedos de luz penetran
Su obscura cabellera
Vientos sin nombre
Susurran cien mil historias
Callado testigo
Que no cesa
De dar ejemplo
De cómo se puede
Sin decir palabra
Ser guardián del tiempo.

Abrazos como tejos

Abrazos como tejos,
oscuros,
Abrazos como tejos,
escasos,
Abrazos como tejos,
eternos,
Abrazos como tejos,
callados,
Abrazos como tejos,
intensos,
Abrazos como tejos,
floridos,
Abrazos como tejos,
fuertes,
Abrazos como tejos,
diferentes,
Los abrazos y los tejos
tienen el poder de cambiar el lugar donde crecen.

Antonio F. Morcuende

espero que bailen tus sueños …

Espero que bailen en tus sueños,
los tejos y las pedrizas,
los berezos,
las yedras,
el graznar del cuervo,
las pinturas de las cabras,
los cipreses del monasterio,
el viento fresco del Paso de los Lobos,
el rumor cantarino del Agadon,
el salpicar del chorro de Batuecas,
el rozar de las botas en las cuarcitas del camino,
las risas de  los «niños»tejeros, …
y la inigualable sensación al cerrar los ojos y
revivir los sentidos.

Las pedrizas son las escaleras al cielo de los tejos.

Antonio F. Morcuende

sombras

en un blog con un nombre sugerente como el de ventana de la luna aparece este poema, titulado sombras, que recojo a continuación:

Sombras

Sombras de misterio
pusieron mística la plaza.
Acurrucado en lluvia,
se acostumbró el tejo
a fabricar sombras,
sombras que habitaron
los dioses y el tiempo.

Crecido de historias
escuchó olvidos de muertos,
memorias de vivos,
plegarias de hombres,
mis amores prohibidos.

 

Sombras verdes, humildes
en la plaza húmeda,
alojan silencios grises,
leyendas paganas,
fechas de concilios,
atardeceres, lluvias y credos.

 

Sombras de peregrinos
bajo la edad del tejo,
donde vive el alma del pueblo,
donde entierro mi bloc
con los secretos
que aún no he escrito.

Al Tejo Milenario

este es un poema que encontré navegando por la red, en la página tertulias poéticas:

 

AL TEJO MILENARIO Añadir imagen

(San Cristóbal de Valdueza)

Te ha concedido la vida
un devenir sin tiempo:
inmortales parecen tus raíces sin edad.

Tu infinito tronco milenario,
recodo de soledades,
sostiene tu belleza muda como
ofrenda a la tierra que te alienta.

Estás hecho de misterio
y de silencio, de esa hermosa quietud
que dan los años, adquirida en el arcano
temblor de lo incierto.

Sólo el aire desmelena tu hermosura,
cuando esparce el aroma de tus ramas;
sólo el viento pregona la sencillez de tu grandeza.

Tú perteneces al reino de la sombra,
cobijado en la memoria de los que se fueron,
y te entregas como símbolo de lo eterno.

Ciego ha sido, algunas veces, tu destino
al albur del olvido y la metralla.
Pero nosotros, fugitivos de la noche,
estremecidos por la duda, te buscamos;
mientras tú, árbol milenario, sigues mudo,
sin oír que mi mirada
anhela la eternidad que tú pregonas.

Junto a ti la luz
se vuelve tibia, cercana,
se siente una voz sin hebras
acunada por el misterio.

Venimos aquí a vivir un tiempo
sin reloj, sin calendario;
y nos dejas absortos, sobrecogidos,
prisioneros
de un no sé qué confuso
entreverado de emoción y de nostalgia.

Tú, viejo amigo imperecedero,
calladamente derramas tu sombra,
tu sombra de soledad.

Julia Enciso – Miguel J. Pérez
San Cristóbal de Valdueza
(Junio de 2009)

Taxus Baccata

Nuestro amigo Ángel Pascual nos envía información sobre el poemario de la poetisa Julia Otxoa y que está publicado por la editorial Hiperion, la autora explica los motivos por los que eligió el título:

«En general vivimos en el desconocimiento del mundo que nos rodea, apenas nos fijamos en sus detalles, no nos detenemos a mirar, a reflexionar sobre nuestro entorno directo»

En la página web de la autora se encuentra una selección de poemas de este poemario, como:

Ante el caótico ruido del mundo, siento la necesidad de centrarme en lo leve, lo sutil, lo aparentemente insignificante, aquello que no brilla y no es voceado por los vendedores al uso. La poesía de lo invisible.


 

poema

Todavía existen sendas
para la fantasía en las que el tejo
centenario baila con la brisa.
Todavía amanece el sol
en valles frondosos
cantado por miles
de pajaros distintos.
Todavía los ojos recuerdan
el sonido del agua
y la estampa del silencio.
Todavía sabemos del frescor
del aire limpio en la montaña
cuando al volver de una loma
nos roza el cierzo en la cara.
Todavía existen nieblas hondas
que acallan y esconden la maravilla
de la tejada vespertina…
Xana que tiembla y se bambolea.

Todavía es el tiempo.
Sincroncemos los relojes…

Es hora de cuidar de lo que nos rodea
dejando que crezca alegremente.
¡Viva la vida! Menos mafia y mas conciencia.
¿Acaso no es la misma hora para todos?

Este poema nos lo envió Manolo Ferrero, que tiene una bitácora, que merece una visita, dedicada a samavelilla.